Al ser expuesto repetidamente a la cocaína, el cerebro comienza a adaptarse a la misma y la vía de gratificación se vuelve menos sensible a los refuerzos naturales y a la droga en sí. El consumidor puede desarrollar tolerancia, lo que significa que necesitará una dosis cada vez mayor de la droga o que deberá consumirla con más frecuencia para obtener el mismo placer que cuando recién comenzó a usarla. Al mismo tiempo, los consumidores también se pueden volver más sensibles (sensibilización) a la ansiedad, las convulsiones u otros efectos tóxicos de la cocaína.

Al ser expuesto repetidamente a la cocaína, el cerebro comienza a adaptarse a la misma y la vía de gratificación se vuelve menos sensible a los refuerzos naturales y a la droga en sí. El consumidor puede desarrollar tolerancia, lo que significa que necesitará una dosis cada vez mayor de la droga o que deberá consumirla con más frecuencia para obtener el mismo placer que cuando recién comenzó a usarla. Al mismo tiempo, los consumidores también se pueden volver más sensibles (sensibilización) a la ansiedad, las convulsiones u otros efectos tóxicos de la cocaína.

La cocaína se suele consumir repetidamente y en dosis cada vez mayores (en “binges”), lo que puede conducir a un estado de irritabilidad, inquietud y paranoia e incluso puede causar un episodio total de psicosis paranoica en el que se pierde el sentido de la realidad y se sufre de alucinaciones auditivas. Al aumentar la dosis o la frecuencia del consumo, también aumenta el riesgo de sufrir efectos psicológicos o fisiológicos adversos.

Las reacciones adversas que resultan del consumo de cocaína varían dependiendo de cómo se administra. Por ejemplo, la inhalación regular puede causar una pérdida del sentido del olfato, hemorragias nasales, problemas al tragar, ronquera y una irritación general del tabique nasal, lo que puede producir una condición crónica de irritación y salida de secreción por la nariz. Cuando se ingiere, la cocaína puede causar gangrena grave en los intestinos porque reduce el flujo sanguíneo. Además, las personas que la inyectan tienen marcas de pinchazos y trayectos venenosos conocidos como “tracks”, usualmente en los antebrazos. Los usuarios intravenosos también pueden experimentar reacciones alérgicas, ya sea a la droga o a algunos de los aditivos que se agregan a la cocaína en la calle y, en los casos más severos, estas reacciones pueden provocar la muerte. El uso crónico causa pérdida del apetito haciendo que muchos consumidores tengan una pérdida significativa de peso y sufran de malnutrición.

¿Los adictos a la cocaína corren peligro de contraer el VIH/SIDA y la hepatitis?

Las personas que abusan de la cocaína tienen mayor riesgo de contraer enfermedades infecciosas, como la del síndrome de inmunodeficiencia adquirida (SIDA) causado por el virus de la inmunodeficiencia humana (VIH), además de la hepatitis viral. Este riesgo resulta no sólo por compartir jeringuillas y otros objetos contaminados, usados por los usuarios que se inyectan, sino también por el hecho de participar en comportamientos de riesgo como resultado de estar drogados. Las investigaciones han demostrado que el consumo de drogas también puede interferir con el buen juicio y la toma de decisiones, potencialmente llevando a los consumidores a tener relaciones sexuales de riesgo, a compartir jeringuillas y otros instrumentos para inyectarse, y a intercambiar el sexo por drogas (tanto los hombres como las mujeres). De hecho, algunos estudios han demostrado que entre los toxicómanos, aquellos que no se inyectan drogas están contrayendo el VIH al mismo ritmo que los que sí se las inyectan, destacando aún más el papel de la transmisión sexual del VIH en este segmento de la población.

La infección por el virus de la hepatitis C (VHC) también se ha extendido rápidamente entre los consumidores de drogas inyectables. A los dos años de haber iniciado el uso de drogas inyectables, casi el 50 por ciento ha sido expuesto al virus, y entre los que se vienen inyectando por más de dos años, las tasas de infección son de entre el 40 y el 98 por ciento. A pesar de que el tratamiento para la infección por el VHC no sea eficaz en todos los casos y pueda tener efectos secundarios significativos, es fundamental que las personas infectadas obtengan seguimiento médico. No existe aún una vacuna para el VHC y éste es altamente transmisible a través de la inyección, por lo que se recomienda la prueba para el VHC a las personas que alguna vez se hayan inyectado alguna droga ilícita.

¿Cuáles son las consecuencias del consumo de cocaína en las mujeres embarazadas?

Se desconoce la totalidad de los efectos de la exposición prenatal de la cocaína en los niños, pero hay muchos estudios científicos que demuestran que los bebés cuyas madres abusaron de la cocaína durante el embarazo a menudo nacen prematuramente y con menor peso, talla y circunferencia de la cabeza en comparación con los bebés que nacen de madres que no consumen cocaína.

No obstante, es difícil calcular el impacto total de las consecuencias del consumo materno de la droga y determinar el peligro específico sobre el feto. Hay muchos factores que contribuyen a la dificultad para determinar el impacto directo materno e infantil (tanto antes como después de nacer) del consumo de cocaína durante el periodo de gestación, los cuales son característicamente difíciles de medir. Algunos de estos factores son la cantidad y el número total de drogas que abusó la madre (incluyendo la nicotina), los cuidados prenatales recibidos, la posible negligencia o abuso al niño, la exposición a la violencia, las condiciones socioeconómicas, el estado de nutrición materna, otros problemas de salud y la posibilidad de que la madre haya sido expuesta a enfermedades de transmisión sexual.